domingo, 24 de mayo de 2009

VANGUARDIA AGRARIA DE AUTLÁN: PRESENTACIÓN

Cuando llegué a radicarme en Autlán como profesionista, uno de los personajes que para mí eran muy interesantes, era, precisamente Don Fidencio Cobián Regalado. Sin que haya tenido el privilegio de haberlo tratado personalmente ya que profesionalmente nos desenvolvíamos en áreas diferentes. Pero lo recuerdo bien: de mediana estatura, de andar rápido, siempre vestía vestía una chaqueta corta y siempre portaba carpetas llenas de papeles asidas con su mano izquierda bajo el brazo. No llegué a tener con él una conversación formal, si acaso nos cruzamos algunos saludos cuando profesionalmente atendí algunos miembros de su familia; pero conocido era de todos, la labor de asistencia en asuntos legales de las personas humildes, las que a veces no podían pagar los servicios de un abogado y sabido era también la eficacia de sus actuaciones en este campo. Las opiniones de su persona, que para mí fueron muy valiosas fueron las de mi padre que siempre se expresaba con mucho respeto de Don Fidencio.
De aquí que cuando el Dr. José Francisco Cobián Figueroa, nieto de Don Fidencio y afortunado heredero de esta obra, me hizo el favor de prestarme una de las copias al carbón de la obra original de Don Fidencio, me ofrecí para hacer los trámites correspondientes, para que la Benemérita Sociedad de Geografía y Estadística del Estado de Jalisco, A. C., a la cual pertenecemos los dos, hiciera la edición correspondiente. No lo logramos, por haber dicho entonces, que no había ajustado el presupuesto editorial con que en ese ejercicio contaban. Pero fue muy grato para mí, cuando el año pasado, el Dr. Cobián me notificó que había encontrado los caminos para que la obra se editara.
La valía de la narración histórica debe estar sustentada en el acopio de los documentos que confirmen su veracidad. Pero cuando se narran las vivencias, detallando lugares, personajes, ambientes y circunstancias, el interés que tienen estos hechos es extraordinario. Es el caso de la presente obra.
Cuando el Presidente Carranza publica la "Ley Agraria" el SEIS DE ENERO DE 1915, el adolescente Fidencio Cobián, solo contaba 15 años. Cierto, ya había asistido a la escuela primaria (instrucción elemental), que era lo único que había. Ya había vivido 5 años de la Revolución. Ya había oído hablar de los principales caudillos, Madero, Villa, Zapata y de seguro se había despertado en él la inquietud al conocer los postulados de este movimiento armado que sacudía a todo el país. De aquí que cuando conoció a Casimiro Castillo, 15 años mayor que él, encontró en él, al líder que predicaba una doctrina basado en los principios de la Revolución, especialmente el zapatista de "Tierra y Libertad", diferente a la que siempre había conocido; se enamoró de esa doctrina y se entregó por completo, junto con el grupo de convencidos, a luchar por la realización de esos ideales.
Lucha difícil ésta, ya que a pesar de la legalidad con que contaba la citada LEY AGRARIA, los terratenientes estaban muy lejos de tener la intención de acatarla sin antes oponer todo lo habido y por haber, recurriendo, según nos narra Don Fidencio a los hostigamientos, a las amenazas, el boicot sistemático al negarle al campesino que sabían involucrado en este movimiento, el trabajo y los granos que necesitaban para su sostenimiento y el de sus familias, contando también con la colaboración de los sacerdotes, que predicaban y amenazaban desde el púlpito en lo general y en el confesionario en lo particular, a través de las esposas, madres e hijas de los campesinos, con la EXCOMUNIÓN, como arma principal.
Para su subsistencia, Don Fidencio trabajó en la arriería, (de aquí que se le haya quedado su recio andar), lo que le permitió conocer toda la región de la costa sur del estado, así como los caminos que comunicaban a las principales ciudades y pueblos por donde viajaba. Le permitió también difundir entre los campesinos de la región, la doctrina del agrarismo que con tanto ahinco pregonaba Casimiro Castillo. Ya comentaremos adelante, otros de los tantos oficios que ejerció.
Al cabo de algunos años y ya promulgada la Constitución del 5 de febrero de 1917, ya conun grupo de convencidos y el respaldo, de lo que entonces se nombraba El Supremo Gobierno, logran salir de la clandestinidad en que hasta entonces habían actuado y forman, el Primero de Mayo de Mil Novecientos Veintiuno, el Sindicato de Agricultores Pobres de Autlán, con un numeroso grupo, encabezado por Casimiro Castillo, para empezar los trámites a que, según el artículo 27 de la Constitución General de la República, tenían derecho.
Con el criterio de que tuvieran con qué defenderse de los ataques de que eran objeto de los grupos paramilitares que los terratenientes mantenían, así como de las mismas policías municipales, que por cualquier causa los encarcelaban, el gobierno los equipó con armamento propio del ejército, pero esto implicó que cuando en 1923, viene el levantamiento de Adolfo de la Huerta, secundado en Jalisco por el Gral. Enrique Estrada, los Agraristas de Autlán, encabezados también por Casimiro Castillo, se lanzan a la lucha en apoyo del Gobierno legalmente constituido, participando en diferentes hechos de armas en que algunos perdieron la vida. Una vez finiquitado este conflicto y ya con mayor "personalidad" forman comisiones que acuden a las dependencias federales en demanda de dotación de parcelas para el trabajo al que quieren dedicarse. El primer censo de campesinos solicitantes de parcela suma 417, logrando que 252 de ellos reciban su parcela en la primera resolución presidencial correspondiente.
Con una narración sencilla, pero que desde luego se siente se veracidad, Don Fidencio nos cuenta los avatares en que el grupo, que frecuentemente tenían que acudir a comisiones a las diferentes dependencias del gobierno, sobre todo del Sector Agrario; cuenta con satisfacción, cómo algunos altos funcionarios de la administración, tanto Federal como el mismo Presidente de la Comisión Nacional Agraria, Lic. Antonio Díaz Soto y Gama, a quien recordamos como el ideólogo del zapatismo, o bien en lo estatal a Don José Guadalupe Zuno, cuando fue Gobernador del Estado de Jalisco, a quienes recuerda con respeto y gratitud.
Viene luego, en el gobierno de Plutarco Elías Calles el conflicto religioso, que se conoció como de Los Cristeros y La Cristeada, en donde los agraristas de Autlán, toman otra vez las armas en apoyo del gobierno y reclutan a más campesinos de la región, llegando, algunos, entre ellos el propio Fidencio Cobián Regalado, a ostentar grados militares, como capitán y hasta el de General en la persona de Casimiro Castillo, cargando la responsabilidad de hacer la defensa de plazas tan importantes, como el mismo Autlán, El Grullo o Unión de Tula, en la mayoría de los casos en desventaja numérica, pero con valor y convicción, siendo en la mayoría de los casos con buenos resultados. Pero una vez más, superado el conflicto, vuelven a trabajar su parcela.
Pronto, Casimiro Castillo descubrió en Don Fidencio, las cualidades organizativas, por lo que lo toma como su Secretario, aunque Don Fidencio dice, que porque era el único que sabía escribir a máquina. Esto lo aprovecha muy bien Don Fidencio para recopilar cuidadosamente, las notas de las actuaciones de cada uno de los que formaban este grupo.
Los personajes que Don Fidencio describe, son "de carne y hueso". Son gentes con nombre y apellido, que a lo mejor algunos de los que ahora estamos aquí, nos tocó conocer. Con virtudes y miserias, algunas más de las primeras que las segundas y viceversa, siempre bien enmarcados en su circunstancia. Utiliza terminología legaloide justificada por el ambiente en que actúa. Está conciente, que posiblemente las opiniones vertidas en relación a su actuar, no van a ser bien aceptadas, por el aludido o por los familiares de éste, por lo que ofrece disculpas anticipadas, por considerarlas como importantes para nuestra historia.
Realiza unas minibiografías, con las dimensiones que creyó justas, algunas "extensas", como la de Casimiro Castillo (1), Vicente Núñez (2) y Serapio Ortega, otras "medianas" como las de Leonor Galván, (3) Bibiano Sánchez, Benito Acosta, Enrique Cuéllar (4), Alfonso A. Villaseñor,Ma. Encarnación Muñoz de Castillo (esposa de Casimiro), Rafael Piña, entre otras y algunos que solamente los nombra. A algunos, los nombra como ineptos y habla de ellos en forma muy negativa. A ellos, no los nombro aquí para que mejor el lector los vea en la obra. Nos ofrece, un poco más extensa, su autobiografía. ¿Quién mejor que él mismo podría narrar sus experiencias y sus recuerdos? Los detalles de los diferentes "oficios" que tuvo que desempeñar, desde arriero, espía, mensajero, soldado, Comandante de Guarnición, campesino y burócrata. Autodidacta que se hace abogado sin título (sabemos que a veces es más valioso que título sin abogado), defensor a ultranza de la causa agraria.
Para mayor sustentación de la veracidad de lo narrado, acude a dos campesinos compañeros agraristas: J. Encarnación Padilla y Ramón Salazar Vázquez, para que ratifiquen su dicho en la presente obra, ya que ellos formaron parte de estos aconteceres.
Afortunadamente para nosotros y para nuestra historia, nuestra michohistoria, según lo quiere Luis González y González, el Dr. J. Francisco Cobián Figueroa, logró detener la tentación de los editores a hacer modificaciones de estilo y de ortografía, e incluso en su cronología, según el propio deseo de Don Fidencio, para enfatizar que no ambicionaba crear otro Demetrio Macías de Mariano Azuela en "Los de Abajo", u otro caudillo de "El Águila y la Serpiente" de Martín Luis Guzmán, sino significar que esto lo escribió un campesino que tuvo que teclear en aquellas máquinas mecánicas, en donde cometer un error significaba volver a escribir toda la página, con sus respectivas copias. Dejado como está reafirma su autenticidad.
Esperamos que los jóvenes del siglo XXI y los que somos de siglos pasados podamos seguir disfrutando tan valioso documento.
MUCHAS GRACIAS.
Dr. Nabor De Niz Domínguez
Mayo de 2009.